La diabetes es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, y los pacientes que viven con esta patología tienen un riesgo 2 a 4 veces mayor de padecer una enfermedad este tipo. Debido a este mayor riesgo, las personas con diabetes tipo 2 tienen de 2 a 6 veces más probabilidades de morir producto de una enfermedad cardíaca, en comparación con las personas que no tienen diabetes tipo 2. De hecho, de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud, los adultos con diabetes tienen un riesgo entre 2 y 3 veces mayor de sufrir un infarto al miocardio o un accidente cerebrovascular. Por ello, en el marco del Día Mundial del Corazón, es importante recordar cuidar la salud cardiovascular y la diabetes de manera conjunta. Es importante tener presente que la diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica compleja, que aparece cuando el cuerpo no produce insulina suficiente o cuando no la utiliza eficazmente. Las personas que viven con diabetes tipo 2 necesitan tratamiento para mantener sus niveles de azúcar en sangre bajo control. En tanto, la enfermedad cardiovascular es un grupo de condiciones que pueden surgir cuando los vasos sanguíneos se vuelven tan estrechos que se reduce la cantidad de sangre rica en oxígeno que llega a los órganos del cuerpo. La diabetes aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular en parte porque los niveles altos de azúcar en sangre pueden dañar las paredes de los vasos sanguíneos. Este daño puede aumentar la probabilidad de acumular material graso (como la grasa y el colesterol) en los vasos sanguíneos y, finalmente, puede hacer que los vasos se estrechen hasta obstruirse, lo que podría desencadenar un infarto cardíaco o un accidente cerebrovascular. Si los pacientes con diabetes tipo 2 se controlan adecuadamente reducen su riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular. ¿Cómo hacerlo? A través de un control médico periódico, adherencia a los tratamientos, una dieta saludable, hacer ejercicio con regularidad y controlar sus niveles de azúcar en sangre. Diabetes en Chile E.n la actualidad, 387 millones de adultos en el mundo tienen diabetes y en Chile hay 1.513.410 personas con diabetes. Según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 del Ministerio de Salud, el 12,3% de la población del país tiene diabetes, lo que equivale a casi 2 millones de personas. Esto significa que Chile tiene la mayor prevalencia de diabetes en América del Sur Del total de personas con diabetes en Chile, el 78,5% son diagnosticadas; de ellas, el 52,1% son tratadas, y el 34,4% cumple con el objetivo de control de glucosa en la sangre. Además, del total de pacientes, solo el 1,7% cumple también con los objetivos de control de la glicemia, presión arterial y colesterol. Hace algunos años la diabetes tipo 2 se consideraba como una enfermedad asociada al envejecimiento, pero actualmente se presenta a edades muy tempranas, como en la adolescencia, afectando a personas laboralmente activas, especialmente en los países en desarrollo. A nivel mundial se estima que la diabetes tiene un costo de USD $612.000 millones en gasto sanitario, lo que representa el 11% del gasto sanitario global. En 2014, Chile gastó USD 21,2 mil millones en asistencia sanitaria, de los cuales el 10,2% se destinó a diabetes. Esto da un promedio de USD $1.427 por paciente con diabetes. El costo en términos de vidas humanas también es claro, ya que se estima que en Chile 25 personas mueren cada día por causas relacionadas con la diabetes. La diabetes mellitus es un problema de salud priorizado a nivel nacional en la Estrategia Nacional de Salud. Para la década de 2021- 2030, el objetivo relacionado a esta patología es “disminuir la prevalencia de diabetes mellitus en la población y complicaciones en personas con diabetes”, dentro de las cuales se considera disminuir la tasa de amputaciones. La amputación es una complicación que afecta de forma muy significativa la calidad de vida de las personas. Su frecuencia es 10 a 20 veces mayor en personas con diabetes que en población general y se estima que cada 30 segundos se pierde una extremidad inferior o parte de una extremidad inferior en algún lugar del mundo como consecuencia de la diabetes. En Chile, cuando se observan los costos directos por amputación por diabetes, definiendo éste como la transferencia que realiza el Fondo Nacional de Salud (FONASA) por concepto de intervención quirúrgica durante el año 2021, estos se traducen en $12.786.325.681 pesos chilenos, lo que equivale a 15 millones de dólares, con un promedio de costo por persona de $3.260 dólares.
Tener una salud mental vulnerable, lo que en muchas ocasiones está determinado por factores como la soledad o la infelicidad, envejece más que el tabaquismo, según han comprobado investigadores de Estados Unidos y China. El daño molecular se acumula y contribuye al desarrollo de la fragilidad y enfermedades graves relacionadas con el envejecimiento, pero en algunas personas estos procesos moleculares son más intensos que en otras, una condición que se conoce comúnmente como “envejecimiento acelerado”. Los investigadores, que han analizado efectos como los de estar solo, tener un sueño inquieto o sentirse infeliz, han publicado las conclusiones de su trabajo en la revista especializada Aging-US . Así, han corroborado la trascendencia de que cualquier terapia contra el envejecimiento atienda tanto la salud mental como la salud física. El estudio ha verificado con análisis de sangre y datos biométricos de casi 12.000 adultos chinos ese proceso de envejecimiento, y los investigadores detectaron que esa aceleración del envejecimiento se producía en personas con antecedentes de accidentes cerebrovasculares, enfermedades hepáticas y pulmonares, o en fumadores, pero también en aquellas personas con un estado mental vulnerable. De hecho, los datos revelan que sentirse desesperanzado, infeliz y solo aumenta la edad biológica más que fumar, y que hay otros factores que también aceleran ese proceso de envejecimiento. Algunos de ellos son estar solo o vivir en una zona rural —debido en este caso a la baja disponibilidad de servicios médicos—. Según Manuel Faria de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), los estados mentales y psicosociales son algunos de los indicadores más sólidos de los resultados de salud y la calidad de vida, “pero se han omitido en gran medida en la atención médica moderna”
Por qué nos gusta tanto bailar… es una pregunta que puede tener una gran variedad de respuestas. Si hablamos de baile, podría sorprendernos la variedad de explicaciones comunes sobre por qué lo hacemos. Lo bueno es que en el baile y la música hay de todo y para todos en el mundo, y eso lo hace genial, ¿o no es así? Es algo que muchos disfrutamos; aunque puede sorprender que otros no lo encuentren tan divertido. Bailando desde la antigüedad o el nacimiento Se piensa que la práctica del baile puede ser tan antigua como la misma humanidad, incluso más antigua que la civilización. Tal vez antes de los homosapiens, los neandertales ya bailaban. Según el arqueólogo británico Steven J. Mithen, en su libro The Singing Neanderthals: The Origins of Music, Language, Mind, and Body, hace un millón y medio de años que estamos bailando sobre este planeta. Otros estudios sugieren que posiblemente esta habilidad de bailar se puede haber transmitido desde nuestros ancestros pehistóricos, tal como el lenguaje. ¡Bailar está escrito en nuestro ADN! Esto explicaría por qué en todas las culturas se practica y se ha hecho en cualquier época. Incluso, los bebés, al escuchar algún patrón rítmico tratan de mover acompasadamente su cuerpo. Sin embargo, no todo el mundo lo hace en la actualidad. Hay personas que no saben, no lo disfrutan y simplemente no lo hacen. Pero no tiene nada de raro o de malo el hecho de que a algunos no les guste bailar. Es normal. A otros no les gusta, por ejemplo, el baloncesto, los deportes, la música rock, los rompecabezas o los libros. Cada cabeza es un mundo, como dijo un poeta o un filósofo. ¿Por qué nos gusta bailar? Hay muchas razones personales así como también existen explicaciones científicas acerca de por qué nos gusta bailar. Bailamos por instinto Al menos eso es lo que se dice en un artículo, en el que se trata de determinar la neurociencia del baile. Nuestro instinto de bailar podría deberse a que posiblemente fue una de las primeras actividades sociales que el hombre desarrolló, cuando conformó grupos y tribus. Bailamos por razones culturales Los humanos de la prehistoria hacían algo más que cazar, recolectar, o mantener el fuego encendido. El baile siempre ha tenido un componente iniciático y un gran valor ritual. De hecho, en las celebraciones religiosas, siempre estuvo y ha estado presente, sea la cultura que sea. Bailamos como ritual de apareamiento Aunque es algo que hacemos sin pensar, cuando nos sentimos atraídos por alguien, nos encanta esa cercanía que nos permite el bailar entrelazados. Y aún cuando no sea uno de esos bailes, el sólo rozar su mano, mirarse o hacer algo juntos, puede lograrse mediante un pretexto como es el baile. De hecho, en algunas culturas donde los jóvenes no pueden tener mucho contacto, el baile es una válvula de escape en este sentido. Así que tal vez no somos tan diferentes de esas aves, que bailan para cortejar a la hembra. Bailamos para socializar Si estamos en una fiesta y queremos conocer a una persona, tenemos dos opciones: nos acercamos a hablarle o la invitamos a bailar. Así, también, en fiestas y otros eventos nos reunimos alrededor de la música y el baile, como una oportunidad de estar con los otros y sentirnos aceptados, como parte del grupo. Bailamos por placer Tan sencillo como eso. Nos gusta bailar y lo hacemos porque provoca agradables sensaciones de relax. Y es que esta es una de esas actividades que nos ayudan a producir más serotonina y liberar endorfinas, esos neurotransmisores asociados con el bienestar y la felicidad. Por esta misma razón, se han hecho investigaciones para determinar sus beneficios físicos y mentales, encontrándose que hay un efecto positivo de la danza recreativa en el control del estrés laboral. Bailamos por evasión Nos gusta sentirnos relajados, y con el baile olvidamos la rutina cotidiana de nuestros días, para dejarnos llevar por el sonido de la música, por los movimientos del baile y por el ambiente, alejados de todo y concentrados nada más en el ritmo. Bailamos como ejercicio También nos gusta bailar porque es un buen ejercicio. Muchos han descubierto los beneficios físicos de los bailes que ayudan a tonificar músculos de distintas partes del cuerpo, incluyendo muslos y glúteos. Por esa misma razón nos encontramos con que no solo muchas rutinas de ejercicio se acompañan con música, sino que hay modalidades, como el zumba, en el que la actividad física consiste en bailar. Bailamos para perder peso y combatir el sedentarismo Continuando con el punto anterior, y aunque pueda parecer extraño, hay personas a las que les resulta difícil o tedioso hacer cualquier otro tipo de ejercicios, por lo que recurren al baile como una alternativa para perder peso y reducir el sedentarismo. Bailamos para destacar El que tiene gran habilidad para bailar sin duda se mostrará en ese momento, como una forma de hacerse atractivo a las miradas y obtener reconocimiento, así como el personaje de una inolvidable película: Fiebre del sábado por la noche. Bailamos para estar seguros En este mismo orden de ideas, el bailar ante los demás nos ayuda a perder la timidez para relacionarnos y nos hace sentir seguros de nosotros mismos, reforzando de manera positiva la autoestima. Bailamos para conocernos Por si fuera poco, el baile mejora la coordinación y la propiocepción en general, de modo que, al hacerlo, avanzamos en el autoconocimiento y mejoramos la relación con nuestro propio cuerpo y lo que podemos hacer con él. No hace falta razón para bailar Bailamos por tantas razones: por ejercitar, por tradición y porque forma parte de los rituales festivos de todas las culturas. Y aún después de todo lo dicho, no importa por qué bailamos. Simplemente es una de esas cosas que hacemos porque sí, porque las disfrutamos y nos mantienen con ilusión, además de ser una manera de evasión.
Nuestro deseo de comer alimentos grasos podría deberse a una conexión entre el intestino y el cerebro. Tal y como publican investigadores del Instituto Zuckerman de Columbia en la revista Nature, en el caso de los ratones, la grasa que llega a los intestinos desencadena una señal. Esta señal es transmitida al cerebro por medio de los nervios y provoca el deseo de ingerir comida grasa. El estudio abre la puerta a la posibilidad de interferir en esta conexión intestino-cerebro, para cortar el deseo de más grasa, ayudar a elegir opciones más saludables y abordar el creciente problema mundial causado por el exceso de comida en algunas partes de la Tierra. Vivimos en tiempos sin precedentes, en los que el consumo excesivo de grasas y azúcares está causando una epidemia de obesidad y trastornos metabólicos, dijo el primer autor Mengtong Li. Si queremos controlar nuestro insaciable deseo de grasa, la ciencia nos está mostrando que el conducto clave que impulsa estos antojos es una conexión entre el intestino y el cerebro. Anteriormente, los investigadores estudiaron el caso del azúcar. Descubrieron que la glucosa activa un circuito específico entre el intestino y el cerebro que se comunica con éste en presencia de azúcar intestinal. Los edulcorantes artificiales sin calorías, en cambio, no tienen este efecto, lo que probablemente explique por qué los refrescos light pueden dejarnos insatisfechos. Nuestras investigaciones demuestran que la lengua le dice al cerebro lo que nos gusta, es decir, lo que sabe dulce, salado o graso, afirma el Dr. Zuker, que también es profesor de bioquímica y biofísica molecular y de neurociencia en el Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de Columbia. El intestino, sin embargo, le dice a nuestro cerebro lo que queremos, lo que necesitamos. En el presente estudio, los investigadores querían ver cómo los ratones respondían ante la grasa presente en la dieta, es decir, ante los lípidos y ácidos grasos que todos necesitamos para vivir. Se ofreció a los animales botellas de agua que tenían grasas disueltas y botellas de agua con sustancias dulces que no afectan al intestino pero sí son atractivas. En solo dos días, los roedores mostraron su preferencia por las botellas de agua que tenían grasas. La mantuvieron incluso hasta cuando los científicos los modificaron genéticamente para que no pudieran saborear la grasa. Aunque los animales no podían saborear la grasa, se veían impulsados a consumirla, afirma el Dr. Zuker. Los investigadores pensaron que la grasa debía activar circuitos cerebrales específicos que impulsaban preferencia de los animales por la grasa. Para encontrar estas vías de comunicación, midieron la actividad cerebral de los ratones mientras ingerían grasa. Lo que sucedió fue que las neuronas del núcleo caudal del tracto solitario o cNST, que se encuentran en el tronco encefálico, la zona más primitiva del cerebro, se activaron. Algo que también ocurrió en el anterior estudio del azúcar. Las neuronas del nervio vago, que une el intestino con el cerebro, también se movían cuando los ratones tenían grasa en sus intestinos. A continuación, los investigadores pusieron el foco en el intestino, más concretamente en las células endoteliales que lo recubren. Se encontraron dos grupos de células que enviaban señales a las neuronas del nervio vago en respuesta a la grasa. Un grupo de células funciona como sensor general de nutrientes esenciales, respondiendo no sólo a las grasas, sino también a los azúcares y aminoácidos, explica Li. El otro grupo responde solo a las grasas, ayudando potencialmente al cerebro a distinguir las grasas de otras sustancias en el intestino. Después de los hallazgos, los científicos bloquearon la actividad de estas células administrándoles un fármaco a los ratones. Ninguno de los grupos de células señalizó nada y las neuronas del nervio vago no respondieron a la grasa del intestino. Mediante técnicas genéticas se desactivaron, además, estas neuronas vagales. En ambos casos el ratón perdió el interés por la grasa. Estos experimentos proporcionan estrategias novedosas para cambiar la respuesta del cerebro a la grasa y posiblemente el comportamiento hacia la comida, dijo Li. Las tasas de obesidad mundiales casi se han duplicado desde 1980. El consumo excesivo de alimentos baratos, altamente procesados y ricos en azúcar y grasa está teniendo un impacto devastador en la salud humana, especialmente entre las personas de bajos ingresos y en las comunidades de color, dijo el Dr. Zuker. Cuanto mejor comprendamos cómo estos alimentos secuestran la maquinaria biológica subyacente al gusto y al eje intestino-cerebro, más oportunidades tendremos de intervenir.
La evidencia científica demuestra las razones por las que los atletas toman leche de chocolate baja en grasa después del ejercicio extenuante. Algunos estudios indican que tomar leche de chocolate baja en grasa después de hacer ejercicio podría ayudar a los atletas a tener más energía y mejorar sus tiempos de entrenamiento si entrenan otra vez ese mismo día, en comparación con las bebidas deportivas de carbohidratos. En adición, se ha demostrado que la leche y la proteína de la leche ayudan a los atletas a ganar más tejido muscular y perder grasa a comparación de las bebidas que solo contienen carbohidratos, como parte de una rutina regular de ejercicio y recuperación. En un estudio con hombres saludables sin entrenamiento, los que tomaron leche sin grasa después de hacer ejercicio ganaron más músculo y perdieron más grasa corporal al final de un programa de entrenamiento de 12 semanas que los que tomaron una bebida de proteína de soya o una de carbohidratos solamente. Las tres bebidas tienen la misma cantidad de calorías. 1. Mejor rendimiento atlético Tomar leche de chocolate baja en grasa, en lugar de una bebida deportiva comercial, después de hacer ejercicio intenso puede ayudar a aumentar el rendimiento de los atletas. Algunos estudios sugieren que tomar leche de chocolate podría ayudar a los atletas a incrementar la energía e incluso mejorar sus tiempos de entrenamiento en su próxima sesión de ejercicio más tarde ese mismo día, en comparación con las bebidas deportivas con carbohidratos. 2. Restauración de electrolitos La leche de chocolate brinda naturalmente muchos de los mismos electrolitos (calcio, potasio, sodio y magnesio) añadidos a las bebidas de recuperación comerciales que se pierden al sudar. 3. Rehidratación después de hacer ejercicio La leche de chocolate contiene fluidos que te ayudan a rehidratarte. Además, algunas investigaciones indican que la leche podría ayudarte a mantenerte hidratado mejor que algunas bebidas deportivas comerciales después de hacer ejercicio. La leche tiene un contenido de 90% de agua. 4. Proporción óptima 3 a 1 de carbohidratos y proteína Una proporción 3 a 1 de carbohidratos con respecto a la proteína está científicamente comprobada para reabastecer rápidamente el glucógeno muscular (combustible para los músculos) y es la mezcla perfecta para recuperarse y reabastecer a los músculos agotados. También cada taza contiene 8 gramos de proteína natural de alta calidad, más proteína que la que contienen algunas bebidas deportivas recuperadoras. 5. Crecimiento muscular Cuando forma parte regular de la rutina de ejercicio y recuperación, la leche y su proteína de alta calidad de la leche también han demostrado poder ayudar a los atletas a ganar más tejido muscular magro y perder más grasa que las bebidas de carbohidratos solamente. ¿Cuándo repostar? Bebe 16 onzas de leche de chocolate dentro de los 30 minutos de completar tu entrenamiento, práctica o competencia. Reposta con leche de chocolate entre sesiones de entrenamiento dobles y competiciones programadas de cerca. Incluye la leche de chocolate en tu dieta diaria. Una buena nutrición puede marcar una gran diferencia en tu rendimiento.
La diabetes es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, y los pacientes que viven con esta patología tienen un riesgo 2 a 4 veces mayor de padecer una enfermedad este tipo. Debido a este mayor riesgo, las personas con diabetes tipo 2 tienen de 2 a 6 veces más probabilidades de morir producto de una enfermedad cardíaca, en comparación con las personas que no tienen diabetes tipo 2. De hecho, de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud, los adultos con diabetes tienen un riesgo entre 2 y 3 veces mayor de sufrir un infarto al miocardio o un accidente cerebrovascular. Por ello, en el marco del Día Mundial del Corazón, es importante recordar cuidar la salud cardiovascular y la diabetes de manera conjunta. Es importante tener presente que la diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica compleja, que aparece cuando el cuerpo no produce insulina suficiente o cuando no la utiliza eficazmente. Las personas que viven con diabetes tipo 2 necesitan tratamiento para mantener sus niveles de azúcar en sangre bajo control. En tanto, la enfermedad cardiovascular es un grupo de condiciones que pueden surgir cuando los vasos sanguíneos se vuelven tan estrechos que se reduce la cantidad de sangre rica en oxígeno que llega a los órganos del cuerpo. La diabetes aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular en parte porque los niveles altos de azúcar en sangre pueden dañar las paredes de los vasos sanguíneos. Este daño puede aumentar la probabilidad de acumular material graso (como la grasa y el colesterol) en los vasos sanguíneos y, finalmente, puede hacer que los vasos se estrechen hasta obstruirse, lo que podría desencadenar un infarto cardíaco o un accidente cerebrovascular. Si los pacientes con diabetes tipo 2 se controlan adecuadamente reducen su riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular. ¿Cómo hacerlo? A través de un control médico periódico, adherencia a los tratamientos, una dieta saludable, hacer ejercicio con regularidad y controlar sus niveles de azúcar en sangre. Diabetes en Chile E.n la actualidad, 387 millones de adultos en el mundo tienen diabetes y en Chile hay 1.513.410 personas con diabetes. Según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 del Ministerio de Salud, el 12,3% de la población del país tiene diabetes, lo que equivale a casi 2 millones de personas. Esto significa que Chile tiene la mayor prevalencia de diabetes en América del Sur Del total de personas con diabetes en Chile, el 78,5% son diagnosticadas; de ellas, el 52,1% son tratadas, y el 34,4% cumple con el objetivo de control de glucosa en la sangre. Además, del total de pacientes, solo el 1,7% cumple también con los objetivos de control de la glicemia, presión arterial y colesterol. Hace algunos años la diabetes tipo 2 se consideraba como una enfermedad asociada al envejecimiento, pero actualmente se presenta a edades muy tempranas, como en la adolescencia, afectando a personas laboralmente activas, especialmente en los países en desarrollo. A nivel mundial se estima que la diabetes tiene un costo de USD $612.000 millones en gasto sanitario, lo que representa el 11% del gasto sanitario global. En 2014, Chile gastó USD 21,2 mil millones en asistencia sanitaria, de los cuales el 10,2% se destinó a diabetes. Esto da un promedio de USD $1.427 por paciente con diabetes. El costo en términos de vidas humanas también es claro, ya que se estima que en Chile 25 personas mueren cada día por causas relacionadas con la diabetes. La diabetes mellitus es un problema de salud priorizado a nivel nacional en la Estrategia Nacional de Salud. Para la década de 2021- 2030, el objetivo relacionado a esta patología es “disminuir la prevalencia de diabetes mellitus en la población y complicaciones en personas con diabetes”, dentro de las cuales se considera disminuir la tasa de amputaciones. La amputación es una complicación que afecta de forma muy significativa la calidad de vida de las personas. Su frecuencia es 10 a 20 veces mayor en personas con diabetes que en población general y se estima que cada 30 segundos se pierde una extremidad inferior o parte de una extremidad inferior en algún lugar del mundo como consecuencia de la diabetes. En Chile, cuando se observan los costos directos por amputación por diabetes, definiendo éste como la transferencia que realiza el Fondo Nacional de Salud (FONASA) por concepto de intervención quirúrgica durante el año 2021, estos se traducen en $12.786.325.681 pesos chilenos, lo que equivale a 15 millones de dólares, con un promedio de costo por persona de $3.260 dólares.
Tener una salud mental vulnerable, lo que en muchas ocasiones está determinado por factores como la soledad o la infelicidad, envejece más que el tabaquismo, según han comprobado investigadores de Estados Unidos y China. El daño molecular se acumula y contribuye al desarrollo de la fragilidad y enfermedades graves relacionadas con el envejecimiento, pero en algunas personas estos procesos moleculares son más intensos que en otras, una condición que se conoce comúnmente como “envejecimiento acelerado”. Los investigadores, que han analizado efectos como los de estar solo, tener un sueño inquieto o sentirse infeliz, han publicado las conclusiones de su trabajo en la revista especializada Aging-US . Así, han corroborado la trascendencia de que cualquier terapia contra el envejecimiento atienda tanto la salud mental como la salud física. El estudio ha verificado con análisis de sangre y datos biométricos de casi 12.000 adultos chinos ese proceso de envejecimiento, y los investigadores detectaron que esa aceleración del envejecimiento se producía en personas con antecedentes de accidentes cerebrovasculares, enfermedades hepáticas y pulmonares, o en fumadores, pero también en aquellas personas con un estado mental vulnerable. De hecho, los datos revelan que sentirse desesperanzado, infeliz y solo aumenta la edad biológica más que fumar, y que hay otros factores que también aceleran ese proceso de envejecimiento. Algunos de ellos son estar solo o vivir en una zona rural —debido en este caso a la baja disponibilidad de servicios médicos—. Según Manuel Faria de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), los estados mentales y psicosociales son algunos de los indicadores más sólidos de los resultados de salud y la calidad de vida, “pero se han omitido en gran medida en la atención médica moderna”
Por qué nos gusta tanto bailar… es una pregunta que puede tener una gran variedad de respuestas. Si hablamos de baile, podría sorprendernos la variedad de explicaciones comunes sobre por qué lo hacemos. Lo bueno es que en el baile y la música hay de todo y para todos en el mundo, y eso lo hace genial, ¿o no es así? Es algo que muchos disfrutamos; aunque puede sorprender que otros no lo encuentren tan divertido. Bailando desde la antigüedad o el nacimiento Se piensa que la práctica del baile puede ser tan antigua como la misma humanidad, incluso más antigua que la civilización. Tal vez antes de los homosapiens, los neandertales ya bailaban. Según el arqueólogo británico Steven J. Mithen, en su libro The Singing Neanderthals: The Origins of Music, Language, Mind, and Body, hace un millón y medio de años que estamos bailando sobre este planeta. Otros estudios sugieren que posiblemente esta habilidad de bailar se puede haber transmitido desde nuestros ancestros pehistóricos, tal como el lenguaje. ¡Bailar está escrito en nuestro ADN! Esto explicaría por qué en todas las culturas se practica y se ha hecho en cualquier época. Incluso, los bebés, al escuchar algún patrón rítmico tratan de mover acompasadamente su cuerpo. Sin embargo, no todo el mundo lo hace en la actualidad. Hay personas que no saben, no lo disfrutan y simplemente no lo hacen. Pero no tiene nada de raro o de malo el hecho de que a algunos no les guste bailar. Es normal. A otros no les gusta, por ejemplo, el baloncesto, los deportes, la música rock, los rompecabezas o los libros. Cada cabeza es un mundo, como dijo un poeta o un filósofo. ¿Por qué nos gusta bailar? Hay muchas razones personales así como también existen explicaciones científicas acerca de por qué nos gusta bailar. Bailamos por instinto Al menos eso es lo que se dice en un artículo, en el que se trata de determinar la neurociencia del baile. Nuestro instinto de bailar podría deberse a que posiblemente fue una de las primeras actividades sociales que el hombre desarrolló, cuando conformó grupos y tribus. Bailamos por razones culturales Los humanos de la prehistoria hacían algo más que cazar, recolectar, o mantener el fuego encendido. El baile siempre ha tenido un componente iniciático y un gran valor ritual. De hecho, en las celebraciones religiosas, siempre estuvo y ha estado presente, sea la cultura que sea. Bailamos como ritual de apareamiento Aunque es algo que hacemos sin pensar, cuando nos sentimos atraídos por alguien, nos encanta esa cercanía que nos permite el bailar entrelazados. Y aún cuando no sea uno de esos bailes, el sólo rozar su mano, mirarse o hacer algo juntos, puede lograrse mediante un pretexto como es el baile. De hecho, en algunas culturas donde los jóvenes no pueden tener mucho contacto, el baile es una válvula de escape en este sentido. Así que tal vez no somos tan diferentes de esas aves, que bailan para cortejar a la hembra. Bailamos para socializar Si estamos en una fiesta y queremos conocer a una persona, tenemos dos opciones: nos acercamos a hablarle o la invitamos a bailar. Así, también, en fiestas y otros eventos nos reunimos alrededor de la música y el baile, como una oportunidad de estar con los otros y sentirnos aceptados, como parte del grupo. Bailamos por placer Tan sencillo como eso. Nos gusta bailar y lo hacemos porque provoca agradables sensaciones de relax. Y es que esta es una de esas actividades que nos ayudan a producir más serotonina y liberar endorfinas, esos neurotransmisores asociados con el bienestar y la felicidad. Por esta misma razón, se han hecho investigaciones para determinar sus beneficios físicos y mentales, encontrándose que hay un efecto positivo de la danza recreativa en el control del estrés laboral. Bailamos por evasión Nos gusta sentirnos relajados, y con el baile olvidamos la rutina cotidiana de nuestros días, para dejarnos llevar por el sonido de la música, por los movimientos del baile y por el ambiente, alejados de todo y concentrados nada más en el ritmo. Bailamos como ejercicio También nos gusta bailar porque es un buen ejercicio. Muchos han descubierto los beneficios físicos de los bailes que ayudan a tonificar músculos de distintas partes del cuerpo, incluyendo muslos y glúteos. Por esa misma razón nos encontramos con que no solo muchas rutinas de ejercicio se acompañan con música, sino que hay modalidades, como el zumba, en el que la actividad física consiste en bailar. Bailamos para perder peso y combatir el sedentarismo Continuando con el punto anterior, y aunque pueda parecer extraño, hay personas a las que les resulta difícil o tedioso hacer cualquier otro tipo de ejercicios, por lo que recurren al baile como una alternativa para perder peso y reducir el sedentarismo. Bailamos para destacar El que tiene gran habilidad para bailar sin duda se mostrará en ese momento, como una forma de hacerse atractivo a las miradas y obtener reconocimiento, así como el personaje de una inolvidable película: Fiebre del sábado por la noche. Bailamos para estar seguros En este mismo orden de ideas, el bailar ante los demás nos ayuda a perder la timidez para relacionarnos y nos hace sentir seguros de nosotros mismos, reforzando de manera positiva la autoestima. Bailamos para conocernos Por si fuera poco, el baile mejora la coordinación y la propiocepción en general, de modo que, al hacerlo, avanzamos en el autoconocimiento y mejoramos la relación con nuestro propio cuerpo y lo que podemos hacer con él. No hace falta razón para bailar Bailamos por tantas razones: por ejercitar, por tradición y porque forma parte de los rituales festivos de todas las culturas. Y aún después de todo lo dicho, no importa por qué bailamos. Simplemente es una de esas cosas que hacemos porque sí, porque las disfrutamos y nos mantienen con ilusión, además de ser una manera de evasión.
Nuestro deseo de comer alimentos grasos podría deberse a una conexión entre el intestino y el cerebro. Tal y como publican investigadores del Instituto Zuckerman de Columbia en la revista Nature, en el caso de los ratones, la grasa que llega a los intestinos desencadena una señal. Esta señal es transmitida al cerebro por medio de los nervios y provoca el deseo de ingerir comida grasa. El estudio abre la puerta a la posibilidad de interferir en esta conexión intestino-cerebro, para cortar el deseo de más grasa, ayudar a elegir opciones más saludables y abordar el creciente problema mundial causado por el exceso de comida en algunas partes de la Tierra. Vivimos en tiempos sin precedentes, en los que el consumo excesivo de grasas y azúcares está causando una epidemia de obesidad y trastornos metabólicos, dijo el primer autor Mengtong Li. Si queremos controlar nuestro insaciable deseo de grasa, la ciencia nos está mostrando que el conducto clave que impulsa estos antojos es una conexión entre el intestino y el cerebro. Anteriormente, los investigadores estudiaron el caso del azúcar. Descubrieron que la glucosa activa un circuito específico entre el intestino y el cerebro que se comunica con éste en presencia de azúcar intestinal. Los edulcorantes artificiales sin calorías, en cambio, no tienen este efecto, lo que probablemente explique por qué los refrescos light pueden dejarnos insatisfechos. Nuestras investigaciones demuestran que la lengua le dice al cerebro lo que nos gusta, es decir, lo que sabe dulce, salado o graso, afirma el Dr. Zuker, que también es profesor de bioquímica y biofísica molecular y de neurociencia en el Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de Columbia. El intestino, sin embargo, le dice a nuestro cerebro lo que queremos, lo que necesitamos. En el presente estudio, los investigadores querían ver cómo los ratones respondían ante la grasa presente en la dieta, es decir, ante los lípidos y ácidos grasos que todos necesitamos para vivir. Se ofreció a los animales botellas de agua que tenían grasas disueltas y botellas de agua con sustancias dulces que no afectan al intestino pero sí son atractivas. En solo dos días, los roedores mostraron su preferencia por las botellas de agua que tenían grasas. La mantuvieron incluso hasta cuando los científicos los modificaron genéticamente para que no pudieran saborear la grasa. Aunque los animales no podían saborear la grasa, se veían impulsados a consumirla, afirma el Dr. Zuker. Los investigadores pensaron que la grasa debía activar circuitos cerebrales específicos que impulsaban preferencia de los animales por la grasa. Para encontrar estas vías de comunicación, midieron la actividad cerebral de los ratones mientras ingerían grasa. Lo que sucedió fue que las neuronas del núcleo caudal del tracto solitario o cNST, que se encuentran en el tronco encefálico, la zona más primitiva del cerebro, se activaron. Algo que también ocurrió en el anterior estudio del azúcar. Las neuronas del nervio vago, que une el intestino con el cerebro, también se movían cuando los ratones tenían grasa en sus intestinos. A continuación, los investigadores pusieron el foco en el intestino, más concretamente en las células endoteliales que lo recubren. Se encontraron dos grupos de células que enviaban señales a las neuronas del nervio vago en respuesta a la grasa. Un grupo de células funciona como sensor general de nutrientes esenciales, respondiendo no sólo a las grasas, sino también a los azúcares y aminoácidos, explica Li. El otro grupo responde solo a las grasas, ayudando potencialmente al cerebro a distinguir las grasas de otras sustancias en el intestino. Después de los hallazgos, los científicos bloquearon la actividad de estas células administrándoles un fármaco a los ratones. Ninguno de los grupos de células señalizó nada y las neuronas del nervio vago no respondieron a la grasa del intestino. Mediante técnicas genéticas se desactivaron, además, estas neuronas vagales. En ambos casos el ratón perdió el interés por la grasa. Estos experimentos proporcionan estrategias novedosas para cambiar la respuesta del cerebro a la grasa y posiblemente el comportamiento hacia la comida, dijo Li. Las tasas de obesidad mundiales casi se han duplicado desde 1980. El consumo excesivo de alimentos baratos, altamente procesados y ricos en azúcar y grasa está teniendo un impacto devastador en la salud humana, especialmente entre las personas de bajos ingresos y en las comunidades de color, dijo el Dr. Zuker. Cuanto mejor comprendamos cómo estos alimentos secuestran la maquinaria biológica subyacente al gusto y al eje intestino-cerebro, más oportunidades tendremos de intervenir.
La evidencia científica demuestra las razones por las que los atletas toman leche de chocolate baja en grasa después del ejercicio extenuante. Algunos estudios indican que tomar leche de chocolate baja en grasa después de hacer ejercicio podría ayudar a los atletas a tener más energía y mejorar sus tiempos de entrenamiento si entrenan otra vez ese mismo día, en comparación con las bebidas deportivas de carbohidratos. En adición, se ha demostrado que la leche y la proteína de la leche ayudan a los atletas a ganar más tejido muscular y perder grasa a comparación de las bebidas que solo contienen carbohidratos, como parte de una rutina regular de ejercicio y recuperación. En un estudio con hombres saludables sin entrenamiento, los que tomaron leche sin grasa después de hacer ejercicio ganaron más músculo y perdieron más grasa corporal al final de un programa de entrenamiento de 12 semanas que los que tomaron una bebida de proteína de soya o una de carbohidratos solamente. Las tres bebidas tienen la misma cantidad de calorías. 1. Mejor rendimiento atlético Tomar leche de chocolate baja en grasa, en lugar de una bebida deportiva comercial, después de hacer ejercicio intenso puede ayudar a aumentar el rendimiento de los atletas. Algunos estudios sugieren que tomar leche de chocolate podría ayudar a los atletas a incrementar la energía e incluso mejorar sus tiempos de entrenamiento en su próxima sesión de ejercicio más tarde ese mismo día, en comparación con las bebidas deportivas con carbohidratos. 2. Restauración de electrolitos La leche de chocolate brinda naturalmente muchos de los mismos electrolitos (calcio, potasio, sodio y magnesio) añadidos a las bebidas de recuperación comerciales que se pierden al sudar. 3. Rehidratación después de hacer ejercicio La leche de chocolate contiene fluidos que te ayudan a rehidratarte. Además, algunas investigaciones indican que la leche podría ayudarte a mantenerte hidratado mejor que algunas bebidas deportivas comerciales después de hacer ejercicio. La leche tiene un contenido de 90% de agua. 4. Proporción óptima 3 a 1 de carbohidratos y proteína Una proporción 3 a 1 de carbohidratos con respecto a la proteína está científicamente comprobada para reabastecer rápidamente el glucógeno muscular (combustible para los músculos) y es la mezcla perfecta para recuperarse y reabastecer a los músculos agotados. También cada taza contiene 8 gramos de proteína natural de alta calidad, más proteína que la que contienen algunas bebidas deportivas recuperadoras. 5. Crecimiento muscular Cuando forma parte regular de la rutina de ejercicio y recuperación, la leche y su proteína de alta calidad de la leche también han demostrado poder ayudar a los atletas a ganar más tejido muscular magro y perder más grasa que las bebidas de carbohidratos solamente. ¿Cuándo repostar? Bebe 16 onzas de leche de chocolate dentro de los 30 minutos de completar tu entrenamiento, práctica o competencia. Reposta con leche de chocolate entre sesiones de entrenamiento dobles y competiciones programadas de cerca. Incluye la leche de chocolate en tu dieta diaria. Una buena nutrición puede marcar una gran diferencia en tu rendimiento.