El Test de Turing es un método que busca determinar si una máquina puede demostrar inteligencia humana al interactuar con un ser humano en una conversación. El objetivo es que el "juez" no pueda distinguir si está hablando con una máquina o con otro ser humano. Aunque esta prueba se centra en el aspecto lingüístico de la inteligencia, ha sido objeto de críticas por dejar de lado otros aspectos.
A pesar de las críticas, varias máquinas han logrado superar el Test de Turing. Uno de los casos más destacados ocurrió en 2014, cuando un programa llamado Eugene Goostman, que simulaba ser un niño ucraniano de 13 años, engañó a un 33% de los "jueces" durante una conversación escrita de cinco minutos.
Sin embargo, los investigadores han ido abandonando progresivamente el Test de Turing en favor de otras formas de evaluar la capacidad de una IA para pasar por humana. En la actualidad, se utilizan pruebas como la Evaluación de Comprensión General del Lenguaje (GLUE) y el Conjunto de Datos de Respuesta a Preguntas de Stanford (SQuAD).
El legado de Alan Turing, padre del Test de Turing, trasciende esta prueba y se convierte en un referente en el campo de la informática y la inteligencia artificial. Turing desarrolló conceptos fundamentales de algoritmos y postuló que el cerebro humano es una máquina de cómputo. Su influencia se puede observar en el desarrollo de los "Captcha".
Sin embargo, a pesar de sus contribuciones, Turing fue injustamente perseguido y condenado por su homosexualidad. Esta persecución y castración química lo llevaron al suicidio en 1954. Décadas después, en 2014, recibió un indulto póstumo en un acto simbólico por parte de la Reina Isabel II.