A la hora de buscar un nuevo móvil para comprar, la batería es un criterio que los consumidores tienen muy en cuenta. Sin embargo, de poco o nada sirve adquirir un smartphone con una buena capacidad de energía si, después, no lo cuidamos. Eso ha dado lugar a muchos mitos que los usuarios siguen a rajatabla para alargar la vida útil de sus dispositivos, pero… ¿cuántos de ellos son falsos? ¿Hay parte de verdad en algunos casos? ¿Sirven de algo o son contraproducentes?
Algunas creencias sobre el cuidado de la batería de los móviles tiene que ver con que, antes, estaban hechas de níquel-cadmio generalmente. Por ejemplo, está la falsa idea de que es recomendable cargar el teléfono durante varias horas antes de encenderlo por primera vez para calibrar la batería. Esto era útil cuando eran de dicho material; ahora, la mayoría son de litio y vienen calibradas de fábrica, por lo que no es necesario.
¿Cargar el móvil al 100% es perjudicial?
Uno de los trucos más famosos para no estropear la batería consiste en nunca cargar el teléfono por completo. Según los expertos, el porcentaje idóneo de energía del smartphone debe estar siempre que sea posible entre el 20 y el 80.
El consejo de los profesionales se debe a que las baterías se dañan más rápido si se cargan a menudo al 100%. Eso no significa que los usuarios deban vigilar siempre que su dispositivo esté entre el 20-80% de carga, pero sí que intenten no someterlo a cargas o descargas totales.
Cabe señalar que los móviles actuales no se sobrecalientan ni nada parecido si lo dejamos cargando cuando ya están al 100%. Eso se debe a que las marcas implementan un sistema de carga que detecta cuando llega a completarse la batería y este deja de recibir energía extra.
La carga rápida es mala para la batería
Esto es un mito. Si bien la carga rápida suele generar más calor y eso daña las baterías, la velocidad de carga no es el problema. Cada vez hay más avances con los cargadores de este tipo para evitar que no se alcancen temperaturas más altas de lo normal, por lo que no siempre tenemos que preocuparnos.
Aunque se esté investigando para lograr cargas rápidas que no estropeen las baterías, a día de hoy es posible que haya sistemas de carga que sí que las malgasten. Por lo tanto, pese a ser un mito que sea un problema, cargar nuestro teléfono con cargadores de carga rápida puede terminar pasando factura.
Cerrar las apps en segundo plano es bueno
La mayoría de teléfonos actuales bloquean las aplicaciones cuando no se están usando y están abiertas en un segundo plano, por lo que cerrarlas no es positivo para la batería.
Hay algunas plataformas que recogen datos en las que sí que podría ser interesante cerrarlas, pero son casos muy concretos. En gran parte de los casos, quitarlas sería contraproducente, ya que el simple hecho de hacerlo y, después, volver a abrirlas supone más esfuerzo para el smartphone y gasta batería.
No uses un cargador de terceros
Existe la falsa creencia de que los teléfonos deben cargarse exclusivamente con los cargadores originales. A pesar de ello, solo hay que tener cuidado con el voltaje y el amperaje.
No es recomendable cargar un móvil con un voltaje distinto al que está especificado en el manual de usuario. Un cargador con el mismo voltaje o no superior podría usarse, pero, si es mayor, puede dañar el dispositivo o su batería al sobrecalentarse demasiado.
Con el amperaje, no hay tanto problema. Sin embargo, si cargamos el smartphone con un cargador con menos amperes, tardará más en cargarse; y si lo cargamos con un cargador con más, la carga es más rápida (algo para lo que no todos los aparatos están preparados).
Las temperaturas extremas no son buenas
Ya hemos visto que el calor no es bueno, pero… ¿y el frío? Lo cierto es que las temperaturas extremas, ya sean altas o bajas, son nocivas para los smartphones y pueden provocar que las baterías se resientan.
Lo ideal es que los teléfonos estén siempre entre los 16-22 grados aproximadamente. No obstante, es normal que no consigamos esas temperaturas siempre, puesto que en verano hace mucho calor y en invierno puede llegar a hacer mucho frío.