La Semana Santa tiene un significado vinculado al cristianismo. Esta celebración representa la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Está precedida por la Cuaresma, periodo de cuarenta días previos al domingo de resurrección. La cuaresma inicia con el Miércoles de Ceniza, que es la forma en la que los cristianos buscan purgar sus pecados a través del ayuno y la abstinencia.
La ceniza que el sacerdote coloca en la frente de los fieles se obtiene de la quema de hojas de palma, realizada en el último domingo de ramos. Este día, de acuerdo con el Nuevo Testamento de la Biblia, fue cuando Jesucristo entró a Jerusalén, donde fue recibido por su gente.
El miércoles de la Semana Santa representa el día en el que el discípulo Judas traiciona a Jesús y lo entrega a los romanos a cambio de 30 monedas de oro.
El jueves santo, de acuerdo con el cristianismo, Jesús lava los pies de sus doce apóstoles como símbolo de humildad. Ahí también celebró la Última Cena e instituyó los sacramentos de la Eucaristía, o misa, así como la orden sacerdotal.
Tras la traición de Judas, Jesucristo es detenido por los romanos y es obligado a cargar con una cruz de madera y una corona de espinas por las calles de Jerusalén. Ese pasaje se celebra el Viernes Santo, día del juicio y crucificción de Jesucristo.
Al Sábado Santo, o Sábado de Gloria, también se le conoce como vigilia. Tras ser bajado de la Cruz, Jesús fue llevado a su sepulcro envuelto en una sábana blanca.
Tanto en viernes como en Sábado Santo no se celebran misas, pero las iglesias permanecen abiertas. Esos días se cubren todas las imágenes religiosas excepto la de la Virgen María, a quien se le da el pésame por la muerte de su hijo.
La Semana Santa concluye con el Domingo de Resurrección que, como dice su nombre, representa la resurrección de Cristo de entre los muertos. Este hecho marca el inicio de la fe cristiana.