¿Qué es una criptomoneda? ¿Cómo viajan los datos en la nube? ¿Para qué sirve un número IP? Estas preguntas, que parecen exclusivas del ámbito informático, llegan a las escuelas de la mano de especialistas que desean incorporarlas a la enseñanza general en Chile. Desde esa mirada innovadora, la formación escolar de niños y adolescentes no puede limitarse a disciplinas como biología, matemáticas o ciencias sociales, por ejemplo. El mundo tecnológico actual debe ser aprendido en las aulas desde un sistema disruptivo: el pensamiento computacional.
Uno de los principales promotores de este nuevo modelo de aprendizaje es Jorge Pérez, académico de Ciencias de la Computación de la U. Chile e investigador del Instituto Milenio Fundamentos de los Datos. Desde 2012, el experto impulsa junto a varios colegas el desarrollo del pensamiento computacional y la programación a nivel escolar. “Hoy a los estudiantes les enseñamos, por ejemplo, que la composición química del agua es H2O. En el mundo actual, la composición digital es tanto o más importante que la composición natural. Deberíamos enseñarles también cosas como: qué es y para qué sirve un número IP, cómo viaja la información por internet cuando envías un email, qué significa que nuestros datos estén almacenados en “la nube” y cómo resguardarlos de posibles ataques”, explica a Qué Pasa.
“Una de nuestras iniciativas con más impacto es la Olimpiada Chilena de Informática (OCI), que tiene como objetivo desarrollar habilidades de abstracción, creatividad, algoritmos, pensamiento sistemático, resolución de problemas y, por sobre todo, comprender la naturaleza científica de la disciplina. Hoy la vida humana está cruzada por la computación, y eso seguirá siendo así en el futuro, cada vez con más fuerza. Por esto soy un convencido de que las habilidades promovidas en la Olimpiada son imprescindibles para cualquier ciudadano, no sólo para quienes quieran dedicarse a desarrollar tecnología”.
El proyecto de Pérez apunta a que los escolares adquieran las habilidades básicas del lenguaje digital que usan los computadores, aprender a interactuar con este lenguaje y con sus datos, y entender no sólo cómo se usa la tecnología, sino también cómo se puede crear y adaptar para las necesidades actuales y del futuro de la humanidad.
Dificultades para implementar el pensamiento computacional
El modelo del pensamiento computacional implica que los profesores asuman un nuevo rol dentro de las aulas. Para eso, añade Pérez, debe dejarse atrás el modelo del docente que llega para “iluminar a los estudiantes”. En ese contexto, el desafío es ayudar a los estudiantes a potenciar sus habilidades, sin ponerle la carga a los profesores de que sean expertos en tecnología.
Para explicar el modelo en la práctica, Pérez recurre a un ejemplo: “Hace algunos años desarrollamos aplicaciones. Los estudiantes sentían que estaban jugando con el computador, tenían que mover un personaje que resolviera tareas, le daban instrucciones. Todo lo que los estudiantes tenían que hacer era trabajar en equipo, veían las instrucciones en video. El profesor era solo un guía”.
Aunque confía plenamente en el valor de su proyecto, Pérez reconoce las limitaciones de la situación educacional en el país: “Tenemos problemas mucho más básicos como pobreza, falta de financiamiento, baja calidad y precariedad. Eso no quita que debamos pensar en cómo mejorar la educación e incorporar el pensamiento computacional. Hemos puesto una semilla que hoy está en boga en las autoridades. Eso ya es mucho. Es difícil introducir cambios de forma rápida. Pero tenemos mucha confianza”, concluye, esperanzado.
Fuente: https://www.latercera.com