Una noche que será sencillamente inolvidable. En el marco del Sexto Concierto Oficial de la Orquesta Sinfónica de Antofagasta (OSA), retorna el aplaudido director argentino Jorge Lhez y nada menos que para presentar una de las obras cumbres de la humanidad como es la “Sinfonía No.9” de Ludwig van Beethoven.

Declarada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, la obra del genio alemán es un llamado a la hermandad entre los seres humanos, corporizado en su grandioso final, donde el coro entona el “Himno a la Alegría”, sobre los versos de Schiller.

El maestro estará junto a cuatro importantes cantantes líricos del país como son Jéssica Poblete (soprano), María Merino (contraalto), Daniel Farías (tenor) y Jaime Mondaca (bajo), todos ellos acompañados por la Unión Coral de Antofagasta, Renassentia Vocale y Calambanda (Calama).

Para Jorge Lhez, este regreso a Antofagasta resalta justamente que esta obra nunca había sido interpretada de manera íntegra por la OSA, es por ello su importancia en este gran encuentro musical.

“Esta sinfonía produce desde la miseria una obra tan trascendente y que nos ilumina a todos. Es un llamado a la hermandad universal y que demuestra que es una obra fascinante y muy profunda, que requiere una preparación técnica, emocional y espiritual muy importante, por lo que será un concierto imperdible”, afirmó Lhez.

Un concierto único programado para el viernes 30 de agosto a las 20:30 horas en el Teatro Municipal y las invitaciones gratuitas se repartirán desde el miércoles 28 en el mismo recinto de 8:30 a 13:00 y de 15:30 a 20:00 horas.

Una propuesta que se enmarca en la Temporada 2019 y que es presentada por Escondida / BHP y la CCA, siendo acogido a la Ley de Donaciones Culturales.

Universal

Una obra sublime, donde hay drama, contraste y un poderoso clímax final, es el gran llamado de Beethoven a dejar de lado las barreras que separan a los seres humanos en una melodía inmortal.

El punto de quiebre que decantó con esta obra fue la inclusión de voces en un género que es propiamente instrumental como es la sinfonía. El origen de esto radica es que Beethoven en 1822 empezó a trabajar en dos proyectos, una sinfonía en Re menor y lo que sería un anhelo de toda la vida para él: musicalizar el poema “Oda a la Alegría” del vate alemán Friedrich Schiller. En un momento, decidió unir ambas ideas, con el uso de la “Oda” como punto climática y final de la sinfonía.