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Arrancar de Venezuela: “Te podían hasta matar por un par de zapatos”

Pedro Bustamante, relata como fue cambiar el verde tropical húmedo de San Juan de Colón por la aridez desértica de Antofagasta.   Cuando comenzó el año la opinión pública hablaba de una obsesión de los medios por ilustrar la situación política de Venezuela, meses después la crisis migratoria estalló en Tacna. Un hombre […]

 

 

  • Pedro Bustamante, relata como fue cambiar el verde tropical húmedo de San Juan de Colón por la aridez desértica de Antofagasta.

 

Cuando comenzó el año la opinión pública hablaba de una obsesión de los medios por ilustrar la situación política de Venezuela, meses después la crisis migratoria estalló en Tacna.

Un hombre que vivió de cerca lo que describe como “arrancar por tierra”, es Pedro Bustamante, ingeniero agrónomo que a sus casi 50 años, asegura que “ya no se podía hacer nada” para subsistir en San Juan de Colón, localidad cercana al límite con Colombia en Venezuela.

Apesadumbrado, lloró varias veces mientras relataba como fue dejarlo todo. Sin embargo, al consultarle si creía necesario algún apoyo psicológico, contestó que no, expresando que no puede flaquear.

Para emprender el viaje vendió dos vehículos con los que reunió 3.600 dólares, dinero que gastó casi en su totalidad para cruzar Sudamérica junto a su esposa e hijo de doce años.

Pedro, ¿Cuándo decidiste dejar Venezuela?

Creo que es de la noche a la mañana cuando uno dice vámonos, pero se va madurando a medida que la situación te golpea, a medida que la situación te cohíbe o te quita esa forma de vivir dignamente.

La situación determinante fue que a pesar de que teníamos buenos ingresos, llegó el momento en que ya no se podía hacer nada, yo ya no podía mover un vehículo para ir a trabajar porque no había bencina, porque tenía que hacer 3, 4 y 5 días de fila para que me vendieran 10 litros de gasolina en una estación de servicio de un país petrolero.

No habían llantas, no se conseguían repuestos, si dejabas el auto mal estacionado, te robaban el auto. No podías salir a comerte una hamburguesa o tomarte un café y dar la espalda a la calle, porque te robaban, te atacaban, te tumbaban el teléfono, o sea te podían hasta matar por un par de zapatos.

Decidimos y nos arrancamos por tierra.

¿Cómo fue eso? ¿Arrancar por tierra?

Es difícil, porque ya en el tiempo que nosotros resolvimos venirnos, había mucha gente migrando, demasiado, la frontera estaba colapsada.

Nueve días nos demoramos en total, porque a mi esposa se le hinchaban los pies.

 ¿Todo ese viaje lo hicieron en bus?

Sí, se compra un pasaje que atraviesa todo Colombia y llega a Ecuador. Luego de Ecuador a Perú y así sucesivamente hasta llegar a la frontera con Chile en Tacna.

En esa ciudad está la mayor incertidumbre de si vas a poder ingresar o no. Pero bueno, revisaron todos los papeles, vieron que éramos profesionales, que veníamos con el niño, que teníamos todo en regla, y no hubo ningún problema.

¿Por qué llegaste a Antofagasta?

Aquí vive mi hermano, por medio de él comenzamos a conocer gente. Una de las primeras personas que conocimos y que ha sido como un ángel para nosotros, es el padre Juan Agustín Bravo, por medio de él conocí la Fundación Recrea y al padre Felipe Berríos (se emociona).

Entre lágrimas, continúa el relato de su experiencia.

Es fuerte porque se tiene una calidad de vida allá, se dejan muchas cosas, padres hermanos (solloza con dolor). Pero he sido bendecido.

¿Sí? Pregunto, con un poco de incredulidad.

Es fuerte, no se espera uno esto, a mi edad, tener profesión, una empresa, casa propia, vehículos. Y dejar todo para empezar de nuevo a mi edad, no por lo material pero si porque uno lucha como persona, como familia, para establecerse, entonces llegar aquí, empezar de nuevo con las manos vacías es fuerte.

¿A qué te dedicabas en Venezuela?

Aparte de ser ingeniero agrónomo también soy licenciado en educación, y empecé una maestría en nutrición animal, pero por el tema de la migración me tocó dejarla.

Tuve la oportunidad de trabajar en una universidad por mi experiencia, aunque la universidad es del gobierno y yo soy opositor.

Cuando el vicerrector me llamó le expliqué, que yo no me iba a colocar una franela roja, ni iba a ir a marchas ni a nada del gobierno, pero él se quemó las manos por mi y me contrató.

Incluso fui coordinador de un proyecto del gobierno que se llama “Todos las Manos a la Siembra”. Viajaba y me tocaba tener reuniones con Chávez al principio, también con Maduro después. Pero lo dejé porque ya eran mentiras lo que se hacía.

Había que armar una muestra agroalimentaria, entonces iban y compraban porotos, compraban el arroz y compraban las conservas, les hacían un envoltorio e iban y mostraban por televisión esa mentira.

Después de eso formé mi empresa de jardinería, donde me iba bastante bien, pero como te dije hubo un momento en que ya no se podía salir a trabajar porque ni bencina había para las camionetas.

¿Y qué ha sido lo más difícil en Antofagasta?

Encontrar empleo, hay algo aquí en Chile que como que se contradice, digo yo, por lo que veo, porque si tú no tienes permiso de trabajo no te dan el empleo. Pero si tú no tienes un contrato de trabajo no te dan permiso. Entonces yo decía, pero qué voy hacer.

Se me ocurrió preguntar donde comienza Antofagasta, agarré una micro y me quedé en Coloso con una carpeta llena de currículos explicando mi experiencia en jardinería.

Me vine caminando y en todos esos condominios del sur iba dejando un currículum. Hasta que un cliente me llamó, me preguntó si yo sabía programar riegos, ese fue mi primer trabajo.

El dueño de la casa donde arrendaba una pieza me prestó dinero para invertir en el arreglo.

Cuando le solucioné el problema al cliente, a la semana me llamó para preguntar por qué no había ido a cobrar. Dije que le estaba dando la garantía.

Contestó que el césped ya estaba verde, que le diera una cuenta para depositarme. Yo ni cuenta tenía y me depositó en la cuenta de mi cuñada, cuando vi lo que me había depositado, me depositó de más (se vuelve a emocionar).

¿Has sentido discriminación?

No, uno sabe sobre los problemas que contrae para un país la migración y más este desborde que hay en Chile, de venezolanos, colombianos, haitianos, bolivianos. Porque el país no está preparado para esto, entonces hay que ser consciente de que existe gente que no le gusta.

Tuve un encontronazo con una señora en mi trabajo donde cuido un jardín, yo ya le había advertido varias veces, pero dejó que el perrito orinara en el césped hasta que escarbando me dañó una planta.

Le dije –señora me está dañando el jardín- entonces viene y me dice que yo no estudié, que por eso tengo que estar cuidando un jardín. Imagínate. Después me dijo – por qué no se va a su cerro donde usted vive – yo vivo en Av. Argentina.

Casa de la Juventud

Además de sus labores como jardinero en Llullaillaco, sector sur de Antofagasta, Pedro Bustamante atraviesa la ciudad cada tarde para llegar a su segundo trabajo en la Casa de la Juventud de La Chimba.

En este espacio de encuentro, ubicado en el Barrio Transitorio Luz Divina y perteneciente a la Fundación Recrea, supervisa a los menores de edad en situación de riesgo que participan en los talleres impartidos para ayudarlos a desarrollar sus talentos.

Pedro tiene el sueño de volver a armar su empresa de jardinería en Chile y también traer a su hijo mayor, que actualmente reside en Panamá.

 

 

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