Según la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017), en Chile el 15,8% de la población mayor de 15 años tiene síntomas depresivos (sospecha de depresión) y el 6,2% depresión. Las cifras que entregó la Organización Mundial de Salud (OMS) hace dos años tampoco son mejores: 844 mil personas tiene depresión y más de un millón, además tienen ansiedad.
Es por eso que preocupa la situación social que hoy vive el país porque como lo han explicado los especialistas, la pérdida de control, las imágenes de violencia que transmite la televisión y la sensación de inseguridad provoca en las personas, sentimientos de angustia, depresión y ansiedad.
El psiquiatra de Clínica Las Condes, Carlos Ibáñez, dice que la situación que se vive en nuestro país agudiza ciertos síntomas depresivos y ansiosos en quienes ya tienen depresión y también en la población general.
Un estudio realizado tras el terremoto de 2010 en personas que estaban en tratamiento por episodios depresivos o trastorno depresivos, mostró que al mes de ocurrida la catástrofe, los síntomas más graves habían aumentado tres veces en comparación con los síntomas antes del terremoto. “Esta experiencia nos permite tener datos concretos de una emergencia que se podría extrapolar a la angustia e incertidumbre que se genera hoy con esta crisis social”, señala.
¿Qué síntomas nos deben alertar? Las personas que ya están tratamiento, es importante que mantenga su medicación controles médicos con el psiquiatra y psicólogo si están en tratamiento psicoterapéutico, señala el especialista.
“En situaciones como las que estamos viviendo, el estar más ansioso, más irritable, con dificultades para dormir, tener un aumento o disminución en el apetito, es una respuesta normal ante un estrés ambiental importante. Nos debemos preocupar y consultar cuando la persona que no tiene un diagnóstico o aquella que sí está en tratamiento tiene síntomas más intensos, como ideas de muertes, ideas suicidas, irritabilidad que comience a interferir en sus relaciones interpersonales o una baja de ánimo que no la deje desarrollar sus actividades habituales”, explica Ibáñez.
La gran mayoría de las personas, dice el psiquiatra de Clínica Las Condes, posee respuestas adaptativas a este tipo de estrés, por lo que estar preocupados por la situación y querer que todo se arregle pronto, terminar con la incertidumbre, es normal y esperable.
Apoyo y contención
“Una forma de disminuir la angustia es conversar con las personas que uno aprecia, compartir estos sentimientos, decir cómo me siento, poder confiar en otros y saber que lo que me puede estar pasando a mí también le pasa a otros, es muy tranquilizador”, señala el psiquiatra.
Según el especialista desahogarse es terapéutico pero tiene también una dimensión social, porque las relaciones humanas de confianza que construyen las personas son las que van a permitir “generar una discusión respetuosa, una conversación propositiva, una tolerancia mínima para generar consenso, alguna propuesta para resolver los problemas que están ocurriendo”.
Además, es una “puerta que permite la recomposición social”, agrega Ibáñez. “Desde el punto de vista de la salud mental, escuchar y respetar a otro, el ser escuchado por otro y sentirse respetado por él, es importante para la salud mental individual y también colectiva. Es cuidarse uno, cuidar a su familia, su barrio, su país. Si no nos preocupamos de eso, es difícil que nos sintamos bien y más difícil que este malestar general vaya disminuyendo”, dice el especialista.
Depresión acumulada
Juan Pablo Jiménez de la Jara, director del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (Midap) explica que todas las investigaciones realizadas por este centro, muestran que hay una tasa extraordinariamente alta de consultas por sintomatología depresiva y depresión y “más impresionante aún: si en la población general mundial, la proporción de mujeres con esta sintomatología es entre dos y tres por cada hombre, en Chile es cinco veces más mujeres que hombres”. Si se considera el ingreso, desde la clase media acomodada hacia arriba, la proporción vuelve a ser de dos a tres igual que en la población general.
“En Chile, igual que en Corea del Sur, los suicidios aumentaron en los últimos años del orden del 90% según un estudio OCDE de 2014. La característica que en ambos países se repetía es que habían tenido un desarrollo económico muy rápido, lo que implica que ruptura de todas las estructuras sociales de contención y solidaridad y eso es lo que ha estado pasando en Chile. La gente se encuentra desamparada, sola, no sabe a quién recurrir. Toda esta desigualdad acumulada no tiene respuesta porque la protección social es insuficiente, no hay”, indica Jiménez de la Jara.
Desde el punto de vista de la salud mental, toda esa depresión acumulada de los chilenos se transformó en rabia y demostrarla es -desde el punto de vista de la salud mental- más positivo que deprimirse.
“Cultural y genéticamente, los seres humanos estamos programados para no tolerar cuando percibimos índices altos de desigualdad e inequidad porque como especie humana, hemos evolucionado gracias a la colaboración y capacidad de hacer redes, eso implica y supone que nos estamos mirando unos a otros y que demasiada inequidad es intolerable”, enfatiza el psiquiatra.