Un recién nacido se ha pasado nueve meses en el interior del útero de su madre. Nueve meses necesarios para desarrollarse y pasar de ser un diminuto embrión a todo un bebé preparado para nacer y recibir los cuidados y el amor incondicional de sus padres. La naturaleza es sabia y los bebés son capaces de reconocer a su madre a través del oído (han estado mucho tiempo escuchando su voz desde el útero), pero también a través del olfato. ¡Saben cómo huele su madre!
Un aroma que conecta
Los seres humanos estamos programados para sobrevivir y por tanto, desde que somos bebés lo estamos (aunque un recién nacido necesite los cuidados de sus progenitores para poder sobrevivir). Los pequeños reconocen el olor de su madre para que sea ésta quien le cuide y no lo haga otra persona que no sea su madre biológica. El olor de una madre es único para un bebé, y aunque en algunos casos unos bebés no se crían con su madre, es algo que se debe tener en cuenta para potenciar el vínculo materno en los casos que sí lo hacen.
Los bebés recién nacidos no pueden ver a su madre así que la naturaleza les dota para que la puedan escuchar y si no fuese el caso por los motivos que sean, que al menos, puedan reconocerla a través del olfato. El olor de una madre es inconfundible para un bebé recién nacido.
El olor a leche materna
Los bebés recién nacidos se sienten atraídos por el olor de la leche materna de sus madres y lo prefieren antes que el olor de la leche de otras mujeres. En un tipo de experimento, dos almohadillas fueron colocadas a los lados de las cabezas de los recién nacidos cuando tenían tan solo unos pocos días de edad. Por un lado estaba el cojín del pecho de la madre del niño y por el otro lado de la almohadilla de otra madre lactante.
En estos experimentos todos los bebé siempre se giran de forma fiable hacia el cojín del pecho de su madre, atraídos por su olor y rechazando el olor de otra mujer que no sea su madre.
La naturaleza es sabia
Los bebés pueden distinguir el olor de su madre de los olores de otras mujeres porque nacen con un olfato mucho más desarrollado… Y con el tiempo se irá menguando. Cuando nacen los bebés tienen el olfato más desarrollado porque deben encontrar el alimento adecuado para su subsistencia y éste es sin duda, la leche materna. Sin duda estamos ante un instinto de supervivencia, igual que cuando pones a un bebé recién nacido en el pecho de su madre y casi sin ayuda, es capaz de acercarse al pezón y empezar a mamar.
El líquido amniótico es el encargado de mostrar al bebé el olor de su madre desde que los pequeños están en el útero y por este motivo los bebés pueden recordar el olor de su madre y de esta manera, saber quién es y poder empezar a amamantar en cuanto encuentran el pezón a su alcance. Incluso un bebé recién nacido es capaz de reptar hacia el pezón gracias al olor que percibe de su madre. Entre el olfato y el oído, los bebés se aseguran que quien tienen a su lado es sin duda su madre. Esto les proporcionará un gran vínculo afectivo que se irá desarrollando a lo largo de su vida.
Si sueles ponerte perfume con tu bebé recién nacido no lo hagas, porque tu bebé prefiere tu aroma que le tranquilizará y le aportará la seguridad y el confort que necesita para sentirse bien.