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Trastorno de ansiedad generalizada, ¿por que se vuelve incontrolable?

La ansiedad es una sensación repentina y profunda de miedo, desesperación e inquietud. Puede hacerte sudar, sentirte nervioso y tenso, y hacer que tu corazón se acelere.

A principios del siglo XXI, se produjo una epidemia mundial de problemas de salud mental y trastornos relacionados. A pesar de todo, aunque la depresión es la principal causa de discapacidad en todo el mundo, no es el problema de salud mental más frecuente. La ansiedad, sin embargo, se lleva este inoportuno premio.

Se calcula que los trastornos de ansiedad afectan a unos 275 millones de personas en todo el mundo. Esto equivale a cerca del 4% de la población mundial, con poblaciones que oscilan entre el 2,5% y el 6,5 por ciento en cada país. El sexo femenino representa alrededor del 62% de los enfermos de ansiedad (170 millones), frente a 105 millones de sexo masculino.

Los trastornos de ansiedad son extremadamente curables, pero sólo el 36,9% de las personas que los padecen reciben ayuda. Las personas con trastornos de ansiedad tienen de tres a cinco veces más probabilidades de acudir a un psiquiatra y seis veces más probabilidades de ser hospitalizadas por problemas psiquiátricos que las que no los padecen.

La ansiedad no es el problema, el Trastorno por Ansiedad Generalizada (TAG) lo es

Todos hemos tenido sentido ansiedad en algún momento de nuestra vida. Es más, es completamente normal que frente a determinadas situaciones amenazantes o estresantes aparezca esa sensación de nerviosismo, preocupación, o incluso malestar. Por ejemplo, no es de extrañar que aparezca ansiedad cuando alguien se enfrenta a problemas económicos, familiares, de salud, o incluso a un examen.

La ansiedad es una sensación repentina y profunda de miedo, desesperación e inquietud. Puede hacerte sudar, sentirte nervioso y tenso, y hacer que tu corazón se acelere.

Esto se debe a que la ansiedad es una respuesta adaptativa natural que nos permite ponernos en alerta ante sucesos comprometidos o amenazantes. Un cierto grado de ansiedad nos mantiene en alerta frente a situaciones peligrosas, y una ansiedad moderada nos ayuda a mantenernos concentrados y a afrontar los retos que tenemos por delante.

El problema es que, aunque se trate de una experiencia humana normal, se puede volver patológica si ese malestar ocurre con frecuencia, en momentos inapropiados sin una razón aparente, o es tan intenso y duradero que afecta negativamente a la vida diaria de una persona. En estos casos las preocupaciones pueden llegar a ser irracionales o desproporcionadas con respecto a la situación que las origina. A esto se le conoce como trastorno por ansiedad generalizada (TAG), y hace que la ansiedad pase de ser algo beneficioso, momentáneo y controlado, a ser algo patológico, impredecible y recurrente. La preocupación, el miedo y el temor se convierten en parte de la vida cotidiana, y la sensación de ansiedad puede acabar apoderándose de los pensamientos de una persona, hasta el punto de no ser la persona capaz de realizar sus tareas habituales, de funcionar con normalidad, ya sea en el trabajo, socialmente, etc.

Por tanto, la ansiedad es un término común, cualquiera puede padecerla en situaciones estresantes. Pero el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), es una condición médica que puede afectar a tu vida cotidiana. La diferencia entre ambos radica en la gravedad y la frecuencia con que se producen.

Tipos de trastorno de ansiedad.

Existen varios tipos de trastornos por ansiedad, dado que esta puede manifestarse de distinta manera en cada persona. En concreto, algunos de los principales trastornos de ansiedad o relacionados son: el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), la ansiedad por separación, las fobias específicas, el trastorno de pánico, la fobia social, la agorafobia o el mutismo selectivo.

Hace algún tiempo se consideraba dentro de las clasificaciones de los trastornos de ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Sin embargo, tanto el TOC como el trastorno por estrés postraumático (TEPT), entre otros, constituyen ahora su propio grupo de enfermedades, aunque se sigue aceptando su relación con los trastornos de ansiedad.

 Síntomas.

La ansiedad es un término amplio y el trastorno de ansiedad generalizada se incluye en él. Así, tanto la ansiedad como la ansiedad generalizada tienen manifestaciones o signos similares, pero una es más exagerada que la otra.

El TAG afecta al pensamiento de la persona, habitualmente a su capacidad de vivir su vida cotidiana con normalidad y puede dar lugar a síntomas físicos. Para diagnosticar el TAG, los profesionales emplean una serie de criterios. Por ejemplo, existe un criterio temporal, según el cual esos síntomas deben durar al menos 6 meses y no deben estar causados por otra enfermedad médica u otra dolencia. Esto se debe a que el trastorno por ansiedad generalizada es un diagnóstico de descarte, es decir, que se deben descartar otras posibles causas de los síntomas antes de llegar a esta como diagnóstico principal.

Algunos otros criterios a tener en cuenta son que la preocupación y el estrés son excesivos y continuos, los problemas se ven desde una perspectiva irreal, inquietud o una sensación de “nerviosismo”. Además, se pueden presentar problemas de concentración, cansancio o agotamiento fácil, mayor irritabilidad o mal humor, insomnio, tensión muscular, dolores generalizados inespecíficos y el malestar general.

 Causas.

Es difícil señalar a una única causa como origen de los diferentes trastornos de ansiedad. Lo que sí sabemos es que existen varios factores que pueden contribuir a su aparición, tales como el funcionamiento cerebral, la genética, los factores ambientales, el uso de sustancias, u otras condiciones.

En cuanto al funcionamiento cerebral, pueden estar relacionados con el mal funcionamiento de los circuitos cerebrales que regulan el miedo y las emociones, según algunos estudios.

También sabemos que, genéticamente hablando, existe mayor prevalencia en familiares de primer grado. Se trataría de una afección poligénica, pues se han identificado varios genes candidatos que se encuentran en estudio actualmente. Sin embargo, no olvidemos que es improbable que las relaciones que se localicen tengan una naturaleza causal. Es decir, probablemente no sea solo una cuestión genética padecer un trastorno por ansiedad, sino tal vez facilitar algún rasgo de nuestra personalidad que nos hace más propensos a ello. Al menos esta es una de las líneas de investigación más actuales.

También se puede relacionar el TAG con diversos factores ambientales. Esto se relaciona con situaciones tensas que has presenciado o experimentado. El abuso y el abandono en la infancia, la pérdida de un ser querido, o incluso ser atacado o agredido o ver violencia son desencadenantes habituales de los trastornos de ansiedad. En este caso, efectivamente, podríamos estar hablando además de un trastorno por estrés postraumático. Por supuesto, estas disquisiciones corresponden a un profesional cualificado realizarlas.

El abuso de sustancias también puede influir, ya que algunos medicamentos pueden utilizarse para enmascarar o reducir los síntomas de ansiedad. Sí es cierto que existe un claro aumento de los trastornos de ansiedad coexistiendo frecuentemente con el alcohol y el abuso de sustancias.

Ciertas enfermedades del corazón, los pulmones y la glándula tiroides pueden imitar los síntomas de los trastornos de ansiedad o exacerbarlos. Por eso, cuando hables con tu médico por primera vez sobre lo que pudiera ser un trastorno por ansiedad, es posible que el médico considere que debe realizar un chequeo físico y/o pruebas complementarias que le ayuden en su valoración.


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