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Las razones que nos llevan a distanciarnos de nuestros amigos

​A medida que envejecemos tendemos a reducir nuestro círculo de amistades. Es a partir de los 25 años que empezamos a perder más amigos que los que hacemos.

Para nadie es un secreto que las amistades son una parte fundamental de nuestra vida. Y no hace falta que le pregunten a los adolescentes, que para ellos lo es todo. Pero pasa más de una vez y a cualquier edad que esos amigos inseparables empiezan a verse menos, chatean de vez en cuando y dejan de hablarse a menudo. ¿Sin causa aparente? Eso es lo que pensamos. Pero, según los expertos, siempre hay una razón. Hablamos de esas situaciones y cómo afrontarlas.

Quien tiene un buen amigo, tiene un tesoro, reza el dicho popular. Y es que esas amistades verdaderas, como ha corroborado un estudio científico publicado en la revista Genus, nos pueden ayudar a mitigar los niveles de ansiedad y depresión. Otra investigación de la Universidad de California en San Diego encontró que las personas se ven más atractivas cuando están rodeadas de un grupo de amigos. E incluso el antropólogo británico Robin Dunbar ha llegado a la conclusión de que el número de amigos íntimos está entre 3 y 5.

Los motivos

La personalidad y evolución de la vida, factores que nos alejan

Y aunque la ciencia nos siga descubriendo más motivos para conservar una buena amistad, ¿por qué se nos hace difícil mantenerla en el tiempo? O, ¿por qué nos distanciamos de un buen amigo/a? Las razones pueden ser obvias, pero muchas veces no somos conscientes de ellas. 

Para la psicóloga Nathalie P. Lizeretti, hay diferentes aspectos a tener en cuenta, y uno de ellos es la personalidad de cada uno: “hay quienes tienen muchos amigos pero no son íntimos; en cambio otros igual tienen dos amigos pero son para toda la vida y eso depende del tipo de vínculo y de la personalidad”, dice la experta, que es coordinadora del Grupo de Trabajo de Inteligencia Emocional del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC).

El otro aspecto que nos puede alejar de un buen amigo, según Lizeretti, es el evolutivo. Por ejemplo, muchas veces pasa con esas amistades de la infancia y que se tambalean en la adolescencia, cuando aparecen las parejas, “porque lo que antes era solo mis amigos, ahora lo tengo que compartir también con una pareja”, dice la experta. Luego seguimos evolucionando, vienen los hijos y cada vez hay menos espacio para ofrecer o compartir con los amigos. 

Normalmente empiezas a quedar más con los papás de los niños del colegio y no tienes tanto tiempo para quedar con tus amigos de toda la vida. “Son esas cosas de la vida cotidiana que pueden llevar a distanciarnos en cantidad de tiempo de los amigos, pero no en calidad”, añade Lizeretti, que es también directora del centro de investigación, formación y desarrollo de inteligencia emocional (CIDIE) fundación Ramón Rosal en Mataró.

Envejecer y madurar

El paso de los años… ¿tiene algo que ver?

A medida que envejecemos también tendemos a reducir nuestro círculo de amistades. Es a partir de los 25 años que empezamos a perder más amigos que los que hacemos, según han confirmado investigadores de la Universidad de Oxford y de la Universidad Aalto de Finlandia.

En muchas ocasiones, con el paso de los años, nos vamos volviendo más selectivos con nuestras amistades, apunta Montse Armero, psicóloga general sanitaria. ¿La explicación? Es que cuando somos más jóvenes, muchas amistades se forjan en un contexto más heterogéneo como puede ser el colegio o instituto. “Con esas personas podemos compartir valores o formas de ver la vida, pero muchas veces no es así, simplemente son personas con las que compartimos un espacio educativo en común”, comenta la especialista.

Además, en nuestras primeras etapas vitales no nos conocemos tan bien a nosotros mismos y no tenemos tan claro qué nos gusta y qué no de los demás. En cambio, cuando somos adultos, solemos aumentar nuestro nivel de autoconocimiento y tenemos menos dudas acerca de con qué tipo de personas preferimos rodearnos, por lo que a menudo somos más selectivos, matiza Armero, que es también experta en mindfulness y estilo de vida saludable.

Cuando las redes sociales se inmiscuyen

En las relaciones digitales hay muchas cosas que se malinterpretan 

Un paso más allá, Lizeretti también pone el foco en las redes sociales que si bien nos han permitido poder estar en contacto con gente de fuera, también están provocando confusión en torno a conceptos como la amistad verdadera o lo que es auténtico o no, sobre todo en los más jóvenes o adolescentes. “Hay muchas cosas que se malinterpretan como el que te den un like, te añadan, cosas que no tienen nada que ver con lo que es la amistad. No puedes decir que tienes 500 amigos en Instagram porque no son amigos”, recalca la experta.

Para la psicóloga del COPC, se está entrando en una superficialidad de las relaciones humanas. Y pone la lupa sobre la típica imagen de grupos de amigos sentados en un banco, restaurante o terraza y cada uno está con su móvil. “Ahí se está poniendo por delante al que no está y no al que está sentado a su costado”, dice Lizeretti.

No se debe olvidar que la amistad, junto a la pareja y la familia, es uno de los pilares del ser humano. Y muchas veces nuestra salud mental depende de nuestra red de amigos, recuerda la psicóloga. “Pero de esas amistades que cuando estás hecho polvo sabes que llamarás y van a dedicarte un espacio para ti aunque tenga que dejar todo lo demás. Y esto las redes sociales están haciendo que se pierda”, matiza la experta.

Asimilando la pérdida

¿Cómo nos afecta el alejamiento de ese buen amigo?

Cuando hay una ruptura significativa en la vida de las personas, sea con una pareja, familiar o una amistad cercana, lo habitual es que experimentemos diferentes emociones a medida que vamos asimilando esa pérdida, explica Armero. “Son las llamadas fases del duelo, que no solo son aplicables al fallecimiento de alguien cercano. Y el modelo más conocido para describir estas etapas es el de la psiquiatra Elisabeth Klübber-Ross, que incluye las fases de negación, ira, negociación, dolor emocional y aceptación”, detalla la psicóloga.

“Aunque es importante tener claro que no todas las personas pasamos por las mismas etapas ni experimentamos las mismas emociones - continúa Armero-. Habrá personas que ante la ruptura con un buen amigo experimenten su dolor a través del llanto o la tristeza, otras se sentirán más angustiadas o sentirán más enfado y rencor propios de la ira. En resumen, podemos experimentar esas sensaciones y emociones de forma muy mezclada”.

También dependerá de la fase evolutiva en la que nos encontremos. Tal como explica Lizeretti, no es lo mismo distanciarnos o perder una amistad cuando somos adolescentes ya que en esta etapa lo más importante del mundo son tus amigos, por lo tanto se lo puede vivir de una forma más dramática que si lo pierdes o te distancias con 30 años cuando tienes hijos, pareja o una hipoteca que pagar.

El nivel de comprensión emocional que tenga cada persona para aceptar o no las razones por las que una amiga o un amigo se aleje en ciertos momentos de nuestra vida, también cuenta. Por ejemplo, si tu amiga tiene hijos y tú no, entenderás que ella ahora hace planes más de niños, que tiene otras obligaciones y que de alguna manera se distancia en cantidad de tiempo de ti, pero no en calidad. En algún momento los hijos crecerán y volveréis a retomar la amistad, de otra manera pero la volveréis a retomar, indica Lizeretti.

Qué hacer

Empatía, tolerancia y comunicación ¡tus aliados!

En resumen, las amistades íntimas o verdaderas no se pierden. “Puede haber un distanciamiento en la cantidad de tiempo que dediques a estar con tus amigos pero no en la calidad. Al final, si hay un vínculo emocional muy fuerte y estrecho, esa amistad no se rompe”, recuerda Lizeretti. En la misma línea, Armero enfatiza la importancia de la empatía: “hay que entender a los demás aunque no vivamos su misma situación”.

Ahora bien, si el distanciamiento de la amistad se debe a un motivo externo a la relación, como puede ser la pandemia o porque has estado fuera, una buena manera para retomarla puede ser recuperar antiguos hábitos o crear nuevos con los que ambas personas se sientan cómodas, indica Armero. Pero si el distanciamiento se da por un malentendido o unas expectativas no cumplidas, Armero recomienda hablar y expresar lo que nos ha dolido y distanciado. “Una buena relación de amistad hay que cuidarla mucho, y eso implica hacer uso de una comunicación frecuente y que podamos expresar cómo nos sentimos”, agrega.

Cosas simples como llamar más a menudo o verse un rato a través de videollamadas también nos acercan mucho y nos ayudan a mantener ese vínculo emocional, indica Armero. “Y si no puedes hablar frecuentemente al menos mantén el contacto a través de mensajes de audio o por escrito. O incluso puedes enviar una carta, postal o felicitación de Navidad”, remata la psicóloga.





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