Un nuevo grupo de la Universidad de St Andrews en Escocia quiere elaborar un plan sobre qué hacer si nos encontramos con extraterrestres en la Tierra. Con la ayuda de expertos de todo el mundo, elaborarán protocolos y tratados sólidos, además de evaluar cualquier evidencia de civilizaciones inteligentes. La idea es que este 'protocolo alienígena' sea lo más realista posible y esté listo para implementarse en caso de recibir un mensaje de una civilización extraterrestre.
Todo comenzó en SETI
Los protocolos de contacto fueron elaborados inicialmente por la comunidad de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI) en 1989, y fueron revisados por última vez en 2010. Si bien el informe especifica cómo los científicos deben confirmar una posible señal extraterrestre (se centra principalmente en la importancia de compartir los descubrimientos con el público y la comunidad científica en general), todo lo relativo a qué hacer después es bastante limitado.
“La ciencia ficción está repleta de exploraciones del impacto en la sociedad humana tras el descubrimiento e incluso encuentros con vida o inteligencia en otros lugares”, expuso John Elliott, coordinador del centro. “Pero debemos ir más allá de pensar en el impacto en la humanidad. Necesitamos coordinar nuestro conocimiento experto no solo para evaluar la evidencia sino también para considerar la respuesta social humana, a medida que avanza nuestra comprensión y se comunica lo que sabemos y lo que no sabemos. Y el momento de hacerlo es ahora”.
¿Cómo deberíamos tratar a los extraterrestres?
Todavía no hemos encontrado evidencia de vida extraterrestre, aunque ciertamente la estamos buscando. Los avances en la exploración espacial en las últimas décadas han hecho que la idea de vida en otros mundos sea cada vez más admisible. En cualquier caso, es más probable que lo que encontremos en el futuro cercano consista en signos de vida microbiana que pudo haber existido alguna vez en Marte que en los humanoides representados en películas y series de televisión.
Según la ecuación de Drake, existe una posibilidad plausible, estadísticamente hablando, de que los extraterrestres inteligentes estén en algún lugar del universo dada la inmensidad de nuestra galaxia y la enorme distancia entre planetas y estrellas.
Coordinar el conocimiento experto
“El interés social ha aumentado considerablemente recientemente, debido a la detección de miles de planetas alrededor de estrellas distantes en nuestra propia galaxia y, más cerca de casa, a través de la exploración de mundos cercanos como Marte y Venus, en busca de signos de vida, presente o pasada”, aclaran los investigadores del SETI Post-Detection Hub, el nuevo centro internacional de científicos que preparará a la humanidad para un eventual encuentro con otras civilizaciones.
Durante décadas, expertos y filósofos han reflexionado sobre cómo se desarrollará nuestra primera conversación con la vida extraterrestre, centrándose generalmente en cómo nos responderán. Pero el Post-Detection Hub, organizado por los centros universitarios de ciencia de exoplanetas y derecho y gobernanza global, advierte que se debe pensar más en cómo nosotros, como raza humana, debemos responder adecuadamente a ellos.
“Escanear señales de supuesto origen extraterrestre en busca de estructuras de lenguaje y adjuntar significados es un proceso elaborado y lento durante el cual nuestro conocimiento avanzará en muchos pasos a medida que aprendamos 'Extraterrestre'”, continúa Elliot.
En este nuevo centro de detección extraterrestre, los científicos gestionarán todo el proceso de búsqueda de pruebas, confirmación de detecciones, su análisis e interpretación de patrones lingüísticos y gestión de la posible respuesta. Trabajarán con académicos de ciencias y humanidades, así como con miembros de la comunidad SETI. Se coordinarán con expertos en políticas sobre descodificación de mensajes, análisis de datos, derecho espacial, desarrollo de regulaciones y estrategias de impacto social.
Aunque, pensándolo bien, si recibiéramos señales de origen extraterrestre realmente, no habría mucha urgencia, porque cualquier señal que enviemos tardaría tanto en llegar que tendríamos mucho tiempo para deliberar sobre cómo y qué vamos a responderles.